A veces la vida te sorprende con el camino hacia el que te lleva, comenta Anabel Caballero, una de las estudiantes en prácticas que ha estado formando parte del equipo como otras compañeras en sus prácticas de grado y posgrado en Claver SJM. En la imagen, las tres estudiantes durante los talleres de marzo en el espacio Transformadoras.
La colaboración de estudiantes hace posible un espacio de encuentro con las personas que atiende la asociación y supone un enriquecimiento mutuo, tanto para Claver SJM, para las estudiantes que adquieren competencias en contacto con la realidad de las personas migradas como todo lo que supone el trabajo en una organización. Ellas se van incorporando paulatinamente en los diversos programas de la asociación. Es interesante también comprobar cómo las personas participantes acogen con muchísima apertura todo el trabajo de las estudiantes y se sienten colaboradoras en este proceso.
Compartimos aquí en primera persona lo que las estudiantes nos devuelven de este tiempo para la Asociación Claver:
«Comencé esta experiencia de prácticas desilusionada y desubicada puesto que no fue el destino que elegí en primer lugar, y ahora me encuentro cerrando una de las etapas de mi carrera profesional más satisfactorias. Estaré eternamente agradecida de haber formado parte, porque sí, así es como me he sentido, siendo una más de un gran equipo de trabajo que coopera de forma conjunta, haciendo todo lo que está en sus manos para ayudar a cualquiera que necesita de su ayuda. Gracias una vez más por confiar en mí a la hora de realizar las tareas, por dejarme ponerme a prueba y ver que realmente puedo hacer aquello que me proponga, pero sobre todo, gracias por hacerme sentir partícipe de vuestro equipo. Ojalá el día de mañana encuentre un trabajo donde desarrollarme como profesional donde me pueda sentir así de bien». Anabel Caballero, es estudiante del último año del Grado de Psicología de la Universidad de Sevilla, ha estado realizando apoyo tanto en las visitas al CIE como en tareas de gestión y en los espacios formativos del Proyecto Transformadoras, dirigido a las mujeres migradas.
«Cuando llegas a un sitio nuevo de prácticas vas llena de ilusión, a veces con un poco de miedo, pero sin duda con muchísimas ganas de aprender y de formar parte de una realidad que tantas veces nos han contado de una forma muy teórica. Es éste el momento de sentirnos cerca de nuestra profesión, de ponernos a prueba y sobre todo de vivir lo bonito que ésta conlleva», comenta con ilusión. «Cuando llegué a Claver pronto sentí que iba a disfrutar mucho de esta experiencia. Me di cuenta de cuánto podía aprender de cada una de las personas que forman el equipo e incluso de mí misma. Además, tuve la suerte de sentirme una más desde el principio y que mis ideas iban a ser tenidas en cuenta y valoradas. Si tuviese que quedarme con algo es con lo gratificante que es sentir que con nuestras actividades estamos ayudando de una forma muy sencilla a los/las usuarios/as de la asociación y que en todos los encuentros al final son ellos y ellas los que nos enseñan de una forma u otra y nos hacen formar parte de su vida. Sin duda, me quedo con la cercanía, la ilusión y el corazón que se pone en cada actividad, en cada taller y en cada persona que pasa por aquí», concluye.
Paola Moreno, estudiante de Psicología, ha culminado recientemente sus prácticas y ella comparte la mirada de síntesis de todo el proceso:
Intentar describir cómo ha sido el periodo de prácticas en la Asociación Claver-SJM supone hacer un ejercicio de síntesis de todo lo vivido durante estos meses.
«Ha sido una experiencia llena de aprendizajes, y no solo en el sentido académico, me ha permitido desarrollar habilidades y manejar situaciones hasta entonces desconocidas. Poder conocer la realidad de muchas personas y las diferentes situaciones que han llevado a tomar la decisión de migrar, teniendo siempre esas voces e historias de vida como protagonistas, que en ocasiones me han llevado por un viaje a través de diferentes emociones al escuchar como por intentar conseguir una vida mejor, dejando muchas cosas atrás, hayan recibido y sigan recibiendo un trato injusto tanto por cierta parte de la sociedad como por las administraciones. Junto a esto, ver lo enriquecedor que es crear y ceder espacios seguros y de escucha donde se generan vínculos y redes de apoyo que permiten seguir desarrollándose.
Me gustaría poder agradecer a todo el equipo de Claver por haberme dado la oportunidad de este aprendizaje, por la calidez y cercanía que han tenido permitiéndome ser una más dentro de la asociación y confiando para la realización de las diferentes tareas llevadas a cabo. También, a todas aquellas personas con las que he tenido contacto, ya sea desde la labor de acompañamiento, de atención o desde la dinamización y presentación de las jornadas que se prepararon para el 8M, que, debido a la situación de pandemia, en muchos de los casos ese contacto solo se pudo realizar a través de llamadas telefónicas o videollamadas, y aun así facilitaron el proceso y compartieron sus historias, preocupaciones e inquietudes sin importar el medio. Y, por último, a las compañeras y compañero que también se encontraban desarrollando sus prácticas, con las que se creó muy buena relación y ambiente de trabajo».
En Claver, el trato es horizontal, de tú a tú y sin relaciones que remarquen la verticalidad de los roles y las funciones en la
Asociación, expresa Raquel Vega, estudiante de la Universidad Loyola, quien recientemente a iniciado las prácticas, aunque ya había colaborado puntualmente como voluntaria.

«Mi experiencia en Claver como primeriza, ha comenzado con el mejor esperado recibimiento cuando se llega de novata a un nuevo sitio. En Claver, el trato es horizontal, de tú a tú y sin relaciones que remarquen la verticalidad de los roles y las funciones en la Asociación. Se cuenta con las alumnas en práctica para todo, se las invita a acompañar a tomar el café de media mañana, se les da flexibilidad ante el surgimiento de cualquier inconveniente, se las invita a realizar las actividades más dinámicas y de contacto directo con la población a la que se auxilia, etc.
Asimismo, el clima de trabajo entre las propias alumnas en prácticas es muy agradable, hay anhelo de hacer de la experiencia amigable y también se respira mucho compañerismo sin competitividad alguna. De esta manera, hay comunicación entre nosotras, nos turnamos para ir al CIE de Algeciras e incluso se comenta de salir a tomar algo de manera independiente a la Asociación y su rutina. Por lo tanto, me siento muy agradecida y contenta con mi recién llegada»